Destaca en esta población de la sierra madrileña su Iglesia Parroquial dedicada a San Miguel, de estilo gótico y datada en el Siglo XVI.
En su término municipal se han encontrado fósiles del período del bronce y neolítico y también restos romanos y visigodos.
Según los libros de historia, Pedrezuela se formó durante los últimos decenios del 1200, en el cruce de caminos entre Segovia y Toledo, en la ladera del río Guadalix.
No obstante, en 1328, las tropas del Rey de Castilla Alfonso XI llamado el Justiciero, se enfrentan a las del Infante Don Juan Manuel, primo hermano del Rey y uno de los nobles más influyentes de su época. Durante el transcurso de la batalla, arrasan los campos, queman sus cosechas, matan a buena parte de sus vecinos y Pedrezuela queda despoblada.
En 1331, los supervivientes obtienen el privilegio del Concejo de Segovia para poder repoblarla nuevamente.
Hasta la década de los años 60s, Pedrezuela permanece agrícola y ganadera, pero la construcción del pantano en 1968, facilita la emigración hacia la capital y potencia el turismo de fin de semana.
En la actualidad, son numerosos los restaurantes, los asadores y las casas de segunda residencia de los madrileños de la capital.
El pasado domingo visité su cementerio. Me acompañaba un tiempo frío, algo ventoso y con abundancia de nubes amenazando lluvia.
El día desapacible, con esa atmósfera fría y la tristeza propia del lugar, aumentaba el sentimiento de soledad y abatimiento. Es decir, justamente lo que espero encontrar en mis visitas.
El cementerio está situado en una pendiente no muy alejada de la población. Un portalón de piedra con su reja de hierro me daban la bienvenida.
Abrí la puerta y entré...
Entrada principal
El pasillo central con su pronunciada pendiente
El cementerio por la mañana, envuelto entre la niebla y abrigado por el muro que modela sus contornos, parece nadar entre las nubes.
La soledad de este lugar están bien captadas en esta fotografía.
El fuerte viento es lo único que rompe el silencio.
Esta quietud, este silencio, esta sorda soledad, es la calma que sigue a las grandes tempestades de la vida.
Los próximos habitantes del cementerio ocuparán estos nuevos nichos en donde no les ha de faltar acomodo.
Desde la parte inferior se contemplan las espaldas de las sepulturas.
Aquí se nota la pendiente del cementerio, con las bases de las tumbas en forma de cuña.
Por aquí pasa todo el año el viento del olvido.
Aquí termina todo, bajo la tierra acaban tantas y tantas esperanzas que se han formado en la vida, tanto afán, tanto empeño por legar un nombre que sea venerado.
Esta funda de color verde representa la movilidad de la vida frente al eterno descanso del cementerio.
Este rincón me pareció el más hermoso del cementerio. La verdad es que no hay muchos.
Iluminado al mediodía por un rayo de sol que apenas arde, hace brillar las cruces y lápidas. Parece renacer al calor de nueva vida.
Una escalera de piedra nos conduce a la parte más alta.
El muro que lo rodea, para mí, es de una gran belleza.
En mi visita al cementerio de Pedrezuela he estado completamente solo. Poco a poco se va borrando la vaguedad del recuerdo. Una mañana de domingo no despierta el interés de nadie por visitar la casa de los muertos.
Mi visita ha sido positiva, he encontrado un cementerio completamente solo aunque lleno de vida. Pero creo que volverá a morir cuando me vaya, y, por la noche, muerto ya, abandonado a la oscuridad de tal modo, que se cubrirá de pátina, del óxido que desprenden los firmes hierros de los panteones bajo el resplandor luminoso de las casas de los vivos.
Todas las fotografías de esta entrada son propiedad de Emetorr1714.
Y si clicáis encima de ellas las veréis ampliadas.